Tras las primeras clases teóricas, sobre la historia del grabado y sus repercusiones a lo largo de esta, y también sobre el ejercicio que íbamos a realizar, la profesora nos entregó una plancha de madera de contrachapado, de un tamaño equivalente a un A5 en papel.
El ejercicio consistía en entintar esa plancha de madera con tinta negra, y estampar sin más. Aparte, requería otros procesos anteriores al entintado y estampado que los voy a describir ahora.
Lo primero, lijé la superficie con una lija de agua, para pulir bien la superficie y sacar las betas de la madera.
Después, tuve que dar varias capas de gomalaca a la tabla de madera, o matriz, para proteger la madera.
Intercalé este proceso dos veces y por las dos caras de la madera.
Y la tabla ya estaba lista para entintarse, aunque si se quería pronunciar más las betas de la madera, se le podía dar un un cepillo metálico.
Al día siguiente, hicimos el proceso de entintado, y la profesora nos enseñó a usar los rodillos y como se prepara la tinta para continuar el proceso.
El papel que usamos es el Fabriano Rosaspina y para poder estampar, primero hay que mojarlo durante unos minutos y luego secar con papeles secantes.
Seguí los pasos que había dado la profesora y entinté la matriz dando unas 3 pasadas con el rodillo lleno de tinta.
El próximo paso era coger la matriz, ponerla en un registro de acetato, para que coincidiera bien todo, colocar la matriz y el papel justo en su posición, dejando unos márgenes equivalentes a X centímetros por la parte superior y las laterales y 2X por la parte inferior.
Después de esto, con una cuchara de madera o de hierro, presionamos sobre el papel colocado encima de la matriz, de esquina a esquina.
Y en teoría el ejercicio debería de haber salido bien a la primera, aunque yo tuve que repetirlo varias veces porque el papel se manchaba de tinta donde no debía o se torcía.
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